ACTIVIDADES POR LA CELEBRACIÓN DEL PATRÓN SANTO DOMINGO DE LA CALZADA. SEVILLA
Arropado por familiares, amigos y compañeros, recibió este homenaje en el que se le hizo entrega del premio que no pudo recoger en la gala del 22 de mayo en Granada
El Premio al Mérito Colegial 2025 llegó el 6 de junio a las manos del ingeniero distinguido este año, Ricardo Ybarra Huesa, en un acto de homenaje cercano y entrañable, rodeado por decenas de familiares, amigos y compañeros. La entrega se organizó dentro de los actos por el patrón Santo Domingo de la Calzada, como colofón de una visita colegial al Puente del Centenario. El 22 de mayo fue su hijo Alejandro Ybarra quien recogía en su nombre el galardón en la gala oficial celebrada en Granada, y a la que no pudo asistir por encontrarse en uno de los viajes que organiza para el Colegio desde hace veinte años. Era de justicia que se recreara este acto simbólico en la tierra que lo acogió hace casi medio siglo, Sevilla, y rodeado de tantos que lo quieren y admiran. Recogió el premio junto a dos de sus nietos más pequeños, que querían ayudarlo en tal gesta ilustre, y que le entregaron el representante provincial en Sevilla del CICCP, Pietro Tucci; y la vicedecana de la Demarcación de Andalucía, Ceuta y Melilla del CICCP, Ana Chocano.
Ambos representantes colegiales volvieron a elogiar, como ya hicieran en Granada, la entrega y dedicación desinteresada al Colegio, su colaboración constante y activa y su implicación para dinamizar la vida colegial. Ybarra Huesa agradeció, desde la humildad más palpable, que se hubieran fijado en él para la concesión de este premio y también el criterio por el que se le ha otorgado. “Nunca pensé que mi trayectoria se ajustase a los estándares susceptibles de ser premiados”, confesó. No se olvidó de todos los que en estos años le han ayudado y apoyado para sacar adelante las actividades con las que procuró “fomentar las relaciones entre los compañeros”, así como a los que participaron en ellas, “sin los que no hubiera tenido sentido”.
A veces las pequeñas acciones cotidianas, la entrega tenaz y desinteresada, calan hasta erguirse como una realidad elogiable. Este es el caso de Ricardo Ybarra Huesa. De ello reflexionó en su discurso citando una frase que le había escrito su hijo días atrás: ‘La vida no es lo que debería ser, es lo que es, y la forma en la que la afrontamos es lo que marca la diferencia’. La forma, argumentó, “puede ser explícita, proclamándola a bombo y platillo; o implícita, callada en la actuación del día a día”. En este punto quiso “reivindicar la utilidad de lo inútil”, libro de Nuccio Ordine. “Es habitual pensar que no es útil lo que no tiene una inmediata repercusión económica o de prestigio social, y con mucha frecuencia las dos cosas van juntas. Pero nada es inútil, puede haber otro tipo de satisfacciones o recompensas”, concluyó.
Cerró su intervención con un recuerdo a la “catástrofe a nivel mundial de la pandemia del Covid”, que hizo pensar “quizá ingenuamente, que supondría una reflexión posterior en profundidad, que podría cuestionar tantas cosas, tantos comportamientos”. Sin embargo, apostilló, ‘mientras no cambien los dioses, nada habrá cambiado’ (Sánchez Ferlosio). Aludió a las herramientas básicas y auxiliares de nuestra sociedad actual, como la política, economía, justicia, informática y comunicaciones. “Todas cuentan con un gran potencial”, pero “lamentablemente hoy, por su funcionamiento y salvo puntuales excepciones, hay que escribirlas con minúsculas”. Por ello, conminó a un cambio de dioses, “ósea de valores”, para poder escribirlas algún día con mayúsculas y “hacer un mundo más equilibrado, más sostenible y más justo”.
Los elogios
Como ya lo hiciera Alejandro Ybarra en Granada, lleno de ‘orgullo de padre’, Miguel Ybarra Otín quiso dedicarle unas palabras ante los más de setenta familiares y amigos congregados. Para Miguel, Ricardo es “ese hombre que se atreve a caminar en sentido diferente, en silencio, sin aspavientos, siguiendo su propio camino”. Lo representó con una de las pinturas de su padre, titulada ‘Un mensaje de esperanza’, que se proyectó durante su intervención, en la que se muestran tres hileras de siluetas de un mismo hombre repetido, entre las que de repente se encuentra una girada en sentido contrario. “Este personaje no juzga a los demás, es la metáfora de quien no se deja arrastrar, quien se lo plantea todo, desde el silencio y la reflexión”, convirtiéndose en “ejemplo para los demás”, en esa forma discreta y callada que le caracteriza.
Ybarra Otín hizo un alegato por ese silencio que hoy nos falta, por la escucha y el pensamiento desde la profundidad de cada uno de nosotros; y a través de lo mal-llamado “inútil”, como los infinitos caminos de la cultura, para generar un criterio propio y salir de la inercia.
El último en dedicarle unas palabras fue su hermano Alejandro Ybarra Huesa, quien se retrotrajo a su infancia, a su tierra, a los pasajes que conformaron al ingeniero que es hoy, mientras ‘Ricar’ escuchaba emocionado desde primera fila. “Eres un hombre moderno, con una sólida formación cultural, estudioso y conocedor de la época que nos ha tocado vivir, amante de la ciencia, la música, la literatura, el arte”, un hombre en continua búsqueda de conocimiento y ampliación de sus horizontes, como lo describió su hermano.
Concluyó con el lado más personal y familiar, “como hermano mayor, -dijo- has sido siempre un referente para todos tus hermanos: bueno, sencillo y discreto, riguroso, ordenado y constante. Por eso, desde mi admiración personal hacia ti, quiero terminar dándote las gracias por ser como eres”.
